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Los Lakota: La cultura indígena norteamericana que representa un referente de civilización

Ampliamente denostada, resurge en nuestros días un interés creciente por una cultura conectada con la esencia de las cosas. De entre todas las naciones indígenas precolombinas de Norteamérica probablemente la nación Lakota, perteneciente a la gran familia Sioux, destaca como el más alto exponente de madurez relacional.

Espero que esta breve guía de inteligencia relacional te sirva para despertar al noble indio que hay en tí. Estas son las cosas que realmente importan de acuerdo con los Lakota:

Mitakuye Oyas’in: Soy todas mis relaciones

Los Lakota, como cualquier nación indígena, poseían su propia noción del Camino Rojo o la búsqueda personal de sentido. El Camino Lakota se resume en la máxima “Mitakuye Oyas’in” que significa “todas mis relaciones” o “todo está conectado”. Para los Lakotas todo sentido de la vida está fundado en una comunicación eficaz con aquellos que nos rodean.

Entienden la vida como un todo comunión e intercambio continuo entre lo que uno es y lo que los demás son.

De forma que según su ley Lakota de la generosidad, la energía que una persona invierte en comunicarse con otra, le será devuelta multiplicado por cuatro. Esta parece ser la base de la oración Lakota “El honor de uno es el honor de todos; el dolor de uno es el dolor de todos”, creencia todavía vigente en la mayor parte de códigos éticos de la enseñanza en las escuelas nativas norteamericanas.

Unsimala: Tengo una necesidad y necesito tu ayuda

Tal y como narró de forma desgarradora David Little Elk (See with Lakota eyes, 1997), “Unsimala” no tiene equivalente en la cultura del hombre blanco. Al contrario que en la cultura occidental donde la expresión de necesidad está vista como una debilidad, para los Lakotas expresar “Unsimala” implica auténtico valor y respeto por uno mismo y los demás.

Cuando alguien dice “unsimala” está dando parte de su energía a otra persona y no significa que esto le haga más débil sino que al expresar su necesidad, ofrece parte de su fortaleza (honor y dignidad) a otra persona para que ésta la tome multiplicada por cuatro si honestamente se ofrece a atenderla. Atender una necesidad que otro expresa (compasión) es visto como el mayor de los valores Lakotas.

Los 7 Rumbos: Puedo explorar el norte, el sur, el oeste, el este, la tierra, el cielo o a mí mismo

Cualquier Lakota que fuera preguntado por los primeros colonizadores europeos acerca de su cosmología y de las nociones básicas de geografía, se hubiera reído a carcajadas de la noción unidimensional de la geografía europea. Para los europeos existen tan solo cuatro puntos cardinales: Norte, Sur, Este y Oeste, que además se pueden fijar en un plano bidimensional (un mapa, una brújula).

Sin embargo, la visión Lakota es tridimensional y no admite planos para los siete puntos cardinales que cualquier Lakota, desde los dos años, conoce: el Oeste, el Norte, el Este, el Sur, la Tierra, el Cielo y Uno mismo. Esta forma de comprender la realidad totalmente interiorizada en sus sociedades asombra debido al increíble respeto por la dignidad humana que supone entender que alguien puede recorrer un camino con dirección hacia sí mismo.

También resulta más avanzado que nuestra forma de entender la geografía, comprender que uno -para evitar perderse- no solo ha de ser consciente de que puede ir a la derecha, izquierda, delante o atrás, sino que además debe ser consciente y honrar la tierra que pisa y el cielo que le cubre.

Cuando una persona pierde su séptima dirección, se desconecta de la máxima Mitayuke Oyas´in y comienza a ver todo de forma binaria (bueno/malo) estableciendo una delgada línea entre ambas. De hecho, la persona siempre tiende a comportarse de acuerdo con uno de los dos opuestos binarios, está polarizado. Esto le genera tensión o estrés y dedica gran parte de su vida a intentar demostrar que el otro está equivocado.

Si no logra convencer al otro, trata sin demora de oprimirle. Esto revela que esta persona necesita controlar a otros que son diferentes a él mismo tanto como controlar su miedo a la diferencia. Este comportamiento establece una relación de opresor y víctima en la que ambos continuamente se intercambian y necesitan generando un ciclo de abuso que está encaminado al escaso desarrollo del espíritu y la muerte gracias a la adicción.

Cuando esto ocurre de forma continuada, la persona ha perdido su contacto con la séptima dirección y por muy bien que se sitúe en el resto de las otras seis, está perdido, ya es Iktomi o el espíritu de la araña, que representa todo lo que un Lakota no debe ser.

Cuando una persona encuentra su séptima dirección y se reconcilia con el cielo y con la tierra, los Lakotas dicen que esta persona “camina en la belleza”.

LAS 4 FLECHAS

Soy mi mente, mi cuerpo, mi espíritu y mis emociones.

Existe un mito difundido por alguien ajeno a los Lakota que ha cobrado dimensión de creencia pero cuya veracidad es incierta. Ocurre esto porque la tradición Lakota -como cualquier tradición indígena norteamericana- depende en gran medida de la tradición oral no escrita de los contadores de historias. Comparto en todo caso el mito por su enorme belleza y simbología.

Hace mucho tiempo la humanidad entera era una sola y única familia unida por una conciencia común. Pero los jefes espirituales tuvieron una visión: la humanidad debía dividirse. Fueron lanzadas cuatro flechas mágicas en cuatro sentidos. La humanidad entera se dividió en cuatro grandes familias que recibieron el encargo de ir a buscar sus respectivas flechas y regresar al centro común.

Aquellos que fueran al norte debían explorar la inteligencia racional. Los que fueran al Este deberían explorar la conexión con el Espíritu. Aquellos que fueran al Oeste debían explorar la conciencia corporal. Los que fueran al Sur su corazón y los vínculos emocionales entre las personas.

La profecía decía que la humanidad auténtica surgiría cuando las cuatro familias volvieran a unirse en un mismo punto. Del mismo modo, la humanidad auténtica en cada persona surge cuando estas cuatro flechas se unen.

4 flechas,  Rueda medicinal

Las Virtudes Lakota

De acuerdo a diferentes versiones de descendientes directos Lakotas, las virtudes o guías de comportamiento recto son cuatro, siete o doce. Reúno aquí una mezcla de las listas elaboradas durante los últimos cuarenta años por George Plenty Wolf (un oglaga yuwipi de la reserva de Pine Ridge en Dakota del Sur), Birgil Kills Straight (un tipo pintoresco, descendiente oglala y líder comunitario), Joseph Marshall III (JMIII oglaga/sicangu lakota y autor de varios libros reseñados al final del artículo) y David Little Elk (descendiente nativo lakota y profesor de lingüística y cultura lakota):

Wowaounihan: El código ético del respeto

Una de las virtudes Lakotas común a todos los listados establecidos hasta la fecha era “Wowaounihan”, el deber de ser respetuosos. Pero ¿cuando un Lakota conseguía ser respetado? He aquí el código ético que les guiaba:

Estas fueron las propuestas de los Sioux Lakotas para cultivar y mantener las relaciones. Espero que hayas disfrutado de ellas y puedan serte de utilidad en el día a día contigo y con los tuyos.

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